Crónicas de un Café

Fue un 25 de octubre de 2015 cuando abrimos las puertas de lo que es hoy el #CaféDeLaFinca.

Pero el principio no comenzó ese domingo 25, sino 2 años antes, cuando allá por el 2013 nos dedicamos a hablar con gente de la localidad, conocer su opinión sobre un lugar que tuviera comida tradicional y alternativa y que además estuviera en un espacio de mucha historia, no solo para los residentes de la zona sino para el Estado.

Hubo quien nos tomó de a locos, hasta nos dijeron: cómo creen si aquí (Chipitlán) no hay nada. Otros nos dijeron que pues estaba padre pero que como para qué hacer algo donde no sonaba lógico que hubiera algo. Algunos más dijeron ah qué bueno. Cómo si lo mismo les hubiéramos dicho que había sol o que estaba tranquilo el día.

Entre toda la gente con la que hablamos, hubo también quiénes nos dieron mucha asesoría, nos dieron algunos leads o pistas que seguir y el qué hacer y qué no hacer, qué licencias, permisos, trámites, hasta uno que otro tip de cómo no frustrarse en el camino burocrático. Sí, adivinaron, le entramos a la meditación y también a la probadera de recetas como verdaderos foodies, claro, con una buena dotación de antiácidos al lado.

También nos metimos a una incubadora de empresas, en un momento muy afortunado conocimos a un verdadero artista que nos diseñó el logo del Café, captó totalmente la esencia de un lugar sencillo, sin complicaciones pero con detalles. Y nos hicimos recorrer gran parte del Estado, de México y hasta de otros lados para conocer cafés, cafeterías, servicios, alimentos, lo que se come en otros lados, la decoración, en fin, todo lo que se imaginen que uno puede ver cuando anda viendo.

Preparamos comida, mucha, hicimos pruebas, montajes, pan dulce, pan salado, ensaladas, pastas, masas. No todo quedaba chipilicioso, hubo momentos donde nuestro atrevimiento en la cocina no conocía límites y nos dábamos cada "probada" de valor, pero también entre los que estábamos nos echábamos porras. Adquirimos un nuevo respeto hacia nuestras personas y ahora, 6 años después, nos vemos con afecto y con más respeto, porqué lo intrépido no sabe de barreras, y miren que probamos cada combinación de alimentos que ahora da risa, pero al momento sentíamos hasta música de batalla de fondo.

Nuestro atrevimiento fue en aumento y entonces así como cuando uno queda con amigos para invitarlos a comer, nosotros le hablamos literalmente a quiénes más confianza les tenemos para que fueran nuestros conejillos, perdón, participantes en laboratorios de sabores. 

Su retroalimentación, no solo en lo que probaron, sino en cómo estábamos preparando el servicio fue lo que nos hizo entender algo importantísimo, no podemos separar los alimentos del servicio. Por más que la salsa esté picosa, deliciosa, de chupar hasta el plato, una jeta o mal modito ya nos arruinó la experiencia. Cualquiera puede perdonar una coca fría sin hielo en el vaso, pero jamás olvidará si alguien le puso los ojos en blanco a la 5ta vez que le llaman, y también practicamos la tolerancia y la tranquilidad, porque esto va en ambos lados, es posible que un cliente disculpe una falla en un servicio, pero nosotros también disculpamos hasta a los que truenan los dedos para que les sirvan, no son muchos, pero sí los hemos visto. 






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